miércoles, noviembre 17, 2010

Maratón de Nueva York - Parte 1

El viaje, la expo y la entrevista

En esta aventura nos acompaño Karluka, mi cuñada. Ella viajó de la Ciudad de México e hizo conexión en Dallas. La idea fué que su vuelo de conexión fuera el mismo en donde mi esposa y yo viajaríamos.

Como siempre había los nervios de que fuera a retrasarse su vuelo, que no pasara rápido migración y aduana, o que finalmente no encontrara la siguiente sala. Afortunadamente no hubo ningún problema y llegó a tiempo.

Mi esposa y yo teníamos asientos juntos y Karluka en la fila de atrás al lado de la ventana. Como yo siempre me duermo en el avión, no falla, ofrecí que Karluka tomara mi lugar para que se fuera platicando con su hermana. Grave error.

Cuando llegué a mi asiento me encontré que al lado mío tenía a dos señoras super-pollonas. Tipicas encopetadas, portando las joyas de la corona y super bañadas en perfume. ¡Odio los perfumes! Mejor bañense.

En el avión mantengo un bajo perfil. No me gustan que me molesten. Iban a pasar a repartir bebidas y la señora pollona me despierta para avisarme. ¡Me lleva! Pido un jugo de manzana y me vuelvo a acomodar. De reojo veo como las pollonas sacan de su bolsa una "anforitas" con algo que presumo era alcohol, porque repitieron varias veces la dosis y comenzaron risa y risa. ¡Me lleva!

Me vuelvo a dormir y siento que la pollona me vuelve a despertar para avisarme que me tenía que poner el cinturón de seguridad. ¿Qué no vé que ya lo traigo puesto?.

En eso ya no me pude dormir y me di cuenta que mi esposa y Karluka estaban en plena platica con un piloto fuera de servicio que iba en la misma fila y que estaba practicando su español. El condenado ya sabía hasta el momento media vida mía, en donde trabajo, a qué iba a New York. ¡Que chismositas!. En fin llegamos y el tormento terminó. El olor del perfume de las pollonas me duró varias horas. ¡Que pesadilla de señoras.! Me estuvieron vigilando todo el viaje.

El hotel en donde nos quedamos está a dos cuadras de la meta. Tuve oportunidad de visitar el lugar y comenzar a mentalizarme.

Meta del maratón de Nueva York 2010

El día siguiente era sábado y nos levantamos temprano. Nos fuimos directamente a la Expo a recoger mi paquete de corredor. No tuve ningún contratiempo. Estuvimos en la expo un buen rato cotorreando. Esta ocasión me di cuenta que solo Asics fué la única compañía que estaba autorizada para vender productos del maratón a diferencia del año pasado. Había otras compañias, pero sus productos no hacía referencia a la carrera. Como es clásico, todo carísimo y la mayoría de los diseños estaban feos.

Vista de la Expo


Bart Jasso


En la expo se podía grabar un pequeño video que luego sería transmitido en Times Square. He aqui nuestra super producción chafa.





La mecánica era que una vez que quisieramos que el video fuera mostrado en Times Square, teníamos que enviar un mensaje de texto. El video aparecía 3 minutos después. Eso esta bien, pero tal vez hubo muchos corredores extranjeros que no tuvieron oportunidad de enviar el mensaje de texto por no tener teléfono.

El video era mostrado aqui

Nuestra fama efímera no terminó ahí. Después de la expo nos fuimos a Times Square y comimos en el Olive Garden. No tenía ganas de probar nada a lo que no estuviera acostumbrado.

Al salir de comer sentí que pusieron un micrófono en mi cara. Eran los zonzos de Univisión. ¿Podemos hacerle unas preguntas? - No, pero a ella sí -, y pongo enfrente del micrófono a mi esposa. Y yo comienzo a filmar grabar toda la acción.



De ahí me fuí al hotel y las pollonas-in-the-making se fueron de compras. ¡Santo Dios!. Aproveché para ir al concierto del maratón y me divertí mucho. Los fuegos artificiales estuvieron mas o menos, me tapaba un árbol. De ahí me regresé al hotel.

Llegaron mi esposa y Karluka con mi encargo: Una pizza. Me la estaba cenando mientras estaba viendo la televisión y de repente comienza el noticiero y vi una cara y escena familiar.



Conozco esa cara y estuve presente en esa entrevista, pero... ¿Julia Alvarez?. ¿He vivido con la persona equivocada todo este tiempo? ¡En la madre! Eso me recuerda otra vez en donde mi esposa fué a una entrevista de su trabajo a una estación de radio. ¡En todo el momento el locutor le dijo un nombre equivocado! Como estaban tomando llamadas del público se me ocurrió llamar para hacer mis preguntas. ¡Que cotorreo ese día también! Será motivo de otro blog.

Entre risas nos fuimos a dormir esa noche. El día siguiente me esperaban las calles de New York.

Continuará...

La Marmota

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