La noche - Parte 7 y se acabó
Antes que nada muchas gracias por todos sus comentarios sobre mi relato de esta carrera. Ojalá que esta serie de blogs animen a mas corredores a vivir a esta experiencia. Y además sirva para orientarlos un poco en como enfocar sus entrenamientos y puedan darse una pequeña idea de lo que van a encontrarse en la querida Sinforosa.
Ahora sé que cometí errores de entrenamiento y en la carrera misma, tal vez subestimé el cañón pero cuando investigué no encontré mucha información para documentarme. Realmente no sabía lo que me iba a esperar. Esta carrera requiere un entrenamiento físico y mental muy fuerte. Hay muchas anéctodas que se quedaron en el cajón de los recuerdos pero es imposible contarlas todas con un blog.
Emmy me contactó para recordarme el nombre del joven que nos acompañó durante toda la subida: Francisco, mejor conocido entre sus amigos como "El Cholo". Si alguien lo conoce por favor diganle de mi parte que le agradezco su ayuda.
Tampoco hubo tiempo de contarles de las horrorosas moscas chupasangre. Son realmente asquerosas. Me encontré dos que me estuvieron dando lata hasta que con la camiseta de manga larga improsivé un matamoscas gigante. ¡Zap!. Lo siento Greenpeace.
Menos hubo tiempo para contarles del árbol de limón que crece en el cañón, ni de la roca gigante que tiene un árbol que crece arriba y cuyas raíces se incrustan en la misma roca. Todo eso se queda en los recuerdos de mi corazón.
El final
Emmy, Alberto, Francisco y yo iniciamos nuestro recorrido. Pensabamos caminar lo que nos restara. Nos habían dicho que había dos rutas: La oficial de la carrera y una mas larga por donde iban todos los vehiculos. Iniciamos la subida hacia la parte en donde se dividen los dos caminos en donde hay un portón.
Avanzamos como 300 metros y me acordé que traía una de esas hojas de mylar que te dan al terminar los maratones. Yo tenía mucho frío e hice el comentario que la iba a usar. La saqué y me la puse de capa. Francisco iba al lado mío y escuché que me dijo - espérenme, ahorita los alcanzo - Me adelanté hasta donde estaba Emmy y Alberto se quedó unos metros atrás. Pasaron muchos minutos y Francisco no regresaba. Nos comenzamos a preguntar qué sucedía.
Alberto bajó nuevamente hasta el campamento y regresó diciendo que ahí venía Francisco. Cuando llegó nos dijo, "voy a tener que bajar nuevamente, adelántense y luego los alcanzo". Lo entendí bien. El solo traía una sudadera muy ligera y ya estaba haciendo mucho frío. Tampoco había comido en todo el día. Pienso que al partir se dió cuenta que todavía faltaba mucho y reconsideró. Seguramente ya estaba muy cansado. No se lo tomamos a mal. De cualquier forma su intervención nos ayudó a que el organizador nos dejara partir. Hubo corredores que llegaron mucho antes que nosotros y que de plano no los dejaron seguir.
Por fortuna el esposo de Emmy estaba todavía ahí. El tenía una camioneta. Se ofreció muy amablemente a abanderarnos pero tendríamos que irnos por el camino largo, el de los coches, y así lo hicimos. Caminamos, caminamos y caminamos a paso rápido... Al principio estabamos platicando pero de pronto me quedé callado mientras Emmy y Alberto iban platicando unos metros adelante. Para mi mala suerte comencé a rozarme la ingle y me dolía al caminar. Me acordé que tenía BodyGlide en mi mochila y me la comencé a poner. Desgraciadamente en ese momento Emmy y Alberto voltearon y me dió mucha pena. El auto del esposo de Emmy me alumbraba directamente y me agarraron con las manos en la masa.
Mientras tanto mi esposa estaba esperándome en la meta. La acompañaba la mamá de Alberto, el Presidente Municipal, una de las organizadoras, un organizador de tours de un grupo que venían del DF y unos paramédicos tomandose una "canelita". Cuando se enteraron que unos locos había salido del último campamento decidieron mandar varias camionetas, una ambulancia, la patrulla del palacio Municipal y otras mas para decirnos que ya nos subieramos. Nuestra respuesta era la misma - No gracias, vamos a terminar -. Nos pedía nuestros nombres, números y avisaban a la meta por radio que no nos queríamos subir. La preocupación de los organizadores era que al otro día se tenían que despertarse muy temprano para la carrera de medio maratón. Los chicos que contaban el tiempo ya se habían ido y el inflable de la meta ya lo habian guardado.
Llegó el momento en que Alberto tuvo recepción del teléfono, ya estabamos muy cerca del pueblo y le habló a la organizadora de su tour para que le avisara a su mamá que estaba bien. La organizadora estaba ya en su hotel, pero la mamá de Alberto seguía esperándolo en la meta acompañada por mi esposa. Le pedí que me prestara su teléfono para llamarle a mi esposa pero tampoco no me contestó, se le había acabado la batería.
Mi esposa me cuenta que cada que les reportaban por radio que no nos queríamos subir se iban enojando mas los organizadores. Mandaron avisarnos que ya nos habían descalificado por haber tomado otra ruta y que no nos iban a dar medalla. Era lo de menos, queríamos llegar.
De repente comencé a sentirme muy pesado. El burrito y la cocacola habían dejado de tener efecto. La mochila me pasaba mucho. Se me ocurrió preguntarles por qué no poníamos las mochilas en la camioneta del esposo de Emmy que nos seguía atrás, pero ya teníamos flojera hasta de quitarlas y así seguimos.
Y nos dieron alcance las camionetas con la gente que venía de último puesto de abastecimiento y los voluntarios de Rosalinda. Venían todos los corredores lastimados y aquellos que dejamos atrás. Las camionetas se detenían y nos pedían que nos subieramos. Hasta nos dijeron que ya no había nadie en la meta. Nos pedían nuestros datos nuevamente y los números. Era la misma historia, avisaban que no nos queríamos subir.
Vimos pasar a Francisco que iba atrás de una cuatrimoto manejada por un compañero. Nos despedimos brevemente y le preguntamos cuántos nos faltaba. El otro muchacho de la cuatrimoto nos gritó. ¡Les faltan entre 15 y 20 kms!. Pinche escuincle. Ya era guerra psicológica.
Las dos últimas camionetas que salieron estaban llenas de policias. Se bajaron y nos rodearon con armas largas. No nos apuntaron, solo las cargaban. Aún así, ¡que miedo!. Nos dijeron amablemente: - Súbanse a la camioneta porque ahora sí, ya somos los últimos y aquí ya es muy peligroso. No nos hacemos responsables si aqui les sale alguien y les hace algo . Además aquí en adelante se pueden perder-. Se acercó a mí el jefe de la policia y le pedí que nos dejara continuar bajo nuestra responsabilidad. Se nos quedó viendo y dijo "Está bueno, pero dénme sus números y nombres por si los vienen luego a reclamar".
Calculo que ahí a la meta faltarían de 2 a 3 km. Solo les quiero platicar que ahi fuimos testigos de algo que yo creo fué de las cosas que mas me impresionaron de todo el viaje. El lugar estaba muy oscuro. De no ser por las luces de la camioneta del esposo de Emmy, nuestras lámparas no alumbraban casi nada. De repente en el camino vimos a tres niñas entre 4 y 6 años caminando solas en dirección contraria. Iban agarradas de la mano. Nada mas se nos quedaron viendo. No llevaban lámpara. Me quedé petrificado. Todavía me pregunto por qué no les dijimos nada. Yo creo que todos nos sorprendimos. Eran mas de la 12 AM. ¿Qué estaban haciendo unas niñas solas caminando por la noche?. Yo me sentía ya muy mal, estaba hipotérmico.
Cuando por fin llegamos eran después de la 1 AM. Nunca supe exactamente. En la meta estaba mi esposa, la mamá de Alberto, que al abrazarlo se le olvidó el enojo, el Presidente Municipal, unos paramédicos y dos jovenes que nos entregaron nuestras medallas.
Mi cuerpo cuerpo temblaba sin control. Mi esposa había pedido que la señora de un puesto callejero me guardara unos tacos de bisteq. Apenas los probé.
Para acabarla de fregar no pude bañarme. El agua en la pensión estaba helada y tuve que dormirme en mi jugo, con temperatura y extremadamente deshidratado.
A pesar de todo, pude dormir después de mas 24 horas de estar despierto.
Gracias
Si me preguntan si me hubiera gustado llegar a la meta en 13 o 15 horas claro que sí, pero por nada del mundo cambio todas vivencias que tuve en ese cañón y el haber encontrado a todas las personas que conocí. Agradezco a Dios la oportunidad de permitirme haber vivido esta experiencia. Le agradezco a mi esposa que me apoyó por todo su amor. Está carrera se la dediqué a ella y no le podía fallar.
Muchas cosas pudieron salir mal. Hubo muchos corredores que tuvieron esguinces. Uno con una pierna rota y otro con el pie fracturado. Gracias a Dios Alberto, Emmy y yo llegamos sumamente cansados pero completos.
Sinforosa, nos vemos el próximo año. Tenemos una cita. Ponte guapa.
La Marmota
viernes, julio 29, 2011
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