jueves, julio 28, 2011
La subida - Parte 6 y ahora si ya meritito se acaba esto
Comencé el ascenso final para dejar el cañón a partir de la Sinforosa. Recuerdo que venía con el fotografo de Jugos Maratón y otra persona que no recuerdo. Atrás de nosotros nos comezaron a seguir tres muchachos de Preparatoria que estaban de voluntarios en Rosalinda. Antes de partir pregunté cuánto faltaba para salir del cañón y me dijeron que eran como 3 kms. Serían pasadas de las 7 PM. Mi reloj se había parado cuando llevaba 14 horas pero nunca supe cómo se detuvo. También llevaba mi Garmin que olvidé poner a funcionar en la entrada del cañón como tenía planeado. ¡Chale! La tecnología vale para puro sorbete abajo del cañón.
Al poco tiempo de comenzar a subir ví una cara familiar, era Emmy. Nos volvimos a saludar. En ese momento nos quedamos solos Emmy, uno de los muchachos de preparatoria y yo. Un poco mas abajo venía Alberto solo y de repente le gritabamos para ver si venía bien. El muchacho de preparatoria chiflaba para ver como venían sus compañeros abajo. Poco a poco las respuestas se escuchaban mas lejanas.
Llegamos a las Tinajas en donde estaban unos Policias muy malencarados. Los saludé pero no me contestaron. Llevaban sus uniformes de policias, botas tipo militar y tremendas pistolotas. No se portaron mal con nosotros pero no nos detuvimos ahí para nada. Todavía había algo de luz del sol aunque estaba ya muy nublado.
Ahi salimos de las Tinajas y comenzamos a subir rumbo al mirador. Parecía una escalera interminable. Ibamos a buen paso pero mientras subíamos comenzabamos a sentir los efectos otra vez de la altura. Un poco mas arriba nos encontramos unas persona que tenían un costal de naranjas. Estaban sentados en una orilla del precipicio. Me dieron una y así como va me la comí. Le hice un hoyo y la desbaraté con mis dientes. Como si no hubiera comido en años.
Y se hizo de noche... Así de repente como si alguien hubiera apagado el interruptor de la luz. Saqué mi lámpara de minero y le pasé una lámpara de mano a Emmy. No la utilizó porque había partes en donde nos teníamos que agarrar de alguna piedra para subir. ¡Eso era escalar!
De repente... ¡Madres! El primer relámpago... ¡Ay nanita, no puede estar pasando! Y que comienza la lluvia. ¡Recontramadres!. Abajo de una piedra me pude poner mi camiseta de manga larga y la chamarra ultraligera. Me pasé para adelante del grupo porque era el único que traía lámpara de minero. Desde ahí se veía una lámpara que hacía señales desde el mirador aunque todavía se veía muy lejos. Mi gran preocupación era que mi esposa estuviera todavía esperándome y saber cómo se regresaría al pueblo ya de noche. Comencé a gritar pero no obtuve respuesta. Solo se escuchaba mi eco que rebotaba. Emmy me ayudaba.
Con la lluvia el camino se hizo muy resbalozo y era verdaderamente impresionante ver como se iluminaba todo con los rayos que caían a nuestra espalda. De haber podido y tener tiempo me hubiera quedado ahí para apreciar ese espectáculo maravilloso pero a la vez terrorífico. La neta si tenía miedo y solo se me ocurrió decirles que nos imaginaramos que estabamos en un parque y que estabamos caminando hacia el auto. ¿Cuál parque? ¿Cuál auto?. ¡Bangggg! Los relámpagos estaban muy feos.
En una de las veces que nos paramos nos alcanzó Alberto y estuvimos platicando que como diera lugar ibamos a terminar la carrera. En algún lugar nos habían dicho que el año pasado había llegado un corredor hasta las 3 AM.
Ojalá pudiera recordar el nombre del chico que nos estaba sirviendo de guía. No había comido en todo el día y era la segunda vez que había bajado hasta Rosalida para acompañar a corredores. Eso lo hacía sólamente como voluntario.
No recuerdo cuántas veces Emmy y yo le preguntamos, ¿Falta mucho? El chico siempre nos contestaba, "no mucho, solo que lleguemos a la cuevita y ahi esta el puente a unos metros". Pasamos como 3 o 4 cuevitas. Por fin el camino se hizo un poco plano y en el fondo vi unas lámparas. Eran unas mujeres voluntarias esperándonos para ayudarnos a cruzar el puente colgante. No se veía nada. No sabía si iba a estar en el mismo estado que el puente colgante en el que estuve a punto de caer. Esto fué lo que pude captar con la cámara.
Después de ahí ya no grabé. El arnés de la camára estaba abajo de mi camiseta larga y aparte volvía cerrar mi chamarra porque ya estaba haciendo frío.
Del puente al mirador todavía queda un tramo muy largo como de 2 kms en una pendiente muy larga, pero ya es camino de terracería. Ahí llegan autos y cuatrimotos.
Cuando por fin llegamos al mirador nos encontramos al esposo de Emmy que ya estaba muy preocupado. No ví a mi esposa por ningún lado lo que me hizo suponer que estaba en la meta. Eran alrededor de las 11 PM. Emmy y su esposo se quedaron platicando aparte y Alberto y yo nos fuimos a una tienda iluminada. Volví a darles mi número y mi nombre. Nos ofrecieron unos burritos y Coca-cola y nos dijeron que todo estaba acabado, que ya no podíamos continuar. ¿Cómo? Pero si abajo nos dijeron que sí, respondí. Es que ya está muy oscuro y se van a perder, me dijeron.
Todavía me puse mis moños y les pregunté de qué eran los burritos. Se rieron de mi pregunta. ¡Ah claro, lo melidroso no se me va a quitar en un momento así! Eran de frijol. Quedaban como 5 y me comí uno. Me regresó el alma a mi puerquesito.
En eso se acercó Emmy para comer algo y volvimos a preguntarnos entre nosotros si seguiríamos. Nuestra respuesta fué afirmativa. Nos dijeron que teníamos que pedir permiso a uno de los organizadores el cual estaba con un radio. Nos acercamos y nos recetó la misma historia, se van a perder, ya no hay nadie alla, ya no hay abatecimiento en el camino, etc. En eso se acercó el muchacho que nos había acompañado en la subida y le dijo "¡yo los acompaño...!". El organizador volteó y dijo "bueno pues..." ¡Ay bueeeyyyyyy!
Continuará....
La Marmota
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