miércoles, septiembre 05, 2012

Las desventuras de un viaje accidentado


Nuevamente me encuentro de regreso en la hermosa Ciudad de México. En esta ocasión vienen conmigo mi esposa y mis pequeñines Frida y Lucas.

El viernes por la mañana desperté tarde realmente, eran casi las 8 AM. Para no variar, mi esposa se había acostado tarde una noche antes de viajar arreglando quién sabe qué cantidad de cosas. No pude dormir muy bien.

Ese día trabajé normalmente desde mi casa. Tuve varias juntas. Mi esposa salió temprano a arreglar otras cosas que tenía pendientes. Me quedé solo con Lucas y Frida.

Eran mas o menos las 3 PM cuando por fin regresó mi esposa. Ya se me había pasado la hora del lunch. Me moría de hambre. Fuimos a comer. Como no teniamos mucho tiempo comimos cualquier cosa por ahí. No me gusto.

Regresando nos preparamos pasar sacar las maletas y meterlas en el auto. Activamos las alarmas de la casa y salimos corriendo al aeropuerto. Llegamos relativamente pronto. No encontramos nada de tráfico. Estacionamos temporalmente el auto dentro del aeropuerto en lo que nos registrabamos. Una gran ventaja es que como compramos los boletos con la tarjeta de Citi, nos dan un upgrade automático al "Priority Access".

No tuvimos que esperar y hicimos fila.  Llegué con el tipo de la aerolínea y le digo - Hola, viajamos a la Ciudad de México y traemos dos mascotas en cabina -. Nos contestó - Esperen un momento -. Y se refirió a una supervisora hablando en español - Oye, no se están permitiendo subir mascotas en la cabina a la Ciudad de México, verdad?" - ¿Qué? - Pensé. Mi esposa intervino en ese momento y le dijo que había confirmado que el embargo había sido del 1 de junio al 30 de junio y que ya había expirado. Volví a pensar - ¿Qué? ¿Cuál embargo? ¿Por qué nadie me había dicho nada de eso? Mi esposa sabía y ¿no me dijo nada? ¡mmmmta!.

El tipo de la aerolinea comenzó a verificar la información en su sistema. La leyó, validó con la supervisora y con otra persona para asegurarse que leían lo mismo. El resultado, comenzó a documentar a Lucas y Frida. ¡Que alivio!.

Salimos del aeropuerto en super friega para llevar el auto al estacionamiento remoto que es mas barato. Tan pronto nos estacionamos y ya estaba llegando el camioncito que nos iba a regresar a la terminal.

Llegando al aeropuerto no nos dió tiempo de nada. Sacamos a Lucas y Frida de sus maletitas de viaje para que "hicieran de las suyas" pero no se animaron. Pasamos por seguridad y nos hicieron una prueba para detectar explosivos pasandonos unas toallitas por las manos. En realidad no fué mucho el tiempo. Compramos una hamburguesa pequeña para esconder las pastillas que el Doctor Bone les manda a Lucas y Frida para que se atonten durante el vuelo.

Frida en su maletita de viaje

Les dimos su pastillita y al poco rato comenzamos a abordar.

Lucas listo para subir al avión

La verdad es una gran ventaja tener "Priority Access" y poder entrar al avión antes que todos los demás pasajeros. Sobretodo cuando traes a dos monstruos como Lucas y Frida.

El avión despegó sin problemas. Para ese momento Lucas ya estaba profundamente dormido. A Frida le cuesta mas trabajo que le haga efecto la pastilla. Se desespera un poco cuando el avión de comienza a elevar. Seguramente le duelen los oídos. Metí mi mano en la mochila, le di unos masajes en sus orejitas y se calmó. Me veía la pobre con los ojos todos vidriosos de lo dopada que estaba. Lucas ni sus luces.

Mas o menos después de la mitad de vuelo y con media botella de agua encima me dieron ganas de hacer una escala técnica. Cuando venía de regreso a mi asiento percibí un olor fétido en los asientos de atrás del avión. ¡Guácala! ¡Que asco!. Llegué a mi asiento y le digo a mi esposa. - No sabes lo espantoso que huele allá atrás - Asustada me dice: - Tal vez Lucas ya se hizo -. Le respondí - No, no puede ser. Está bien dormido -.

Llegamos a la Ciudad de México sin problemas. Lucas y Frida seguían con los efectos de la pastilla. Llegamos a la zona de migración no nos tardamos ni un minuto. Bajamos las escaleras antes de recoger las maletas hay una ventanilla de Sanidad Internacional en donde hay que registrar la entrada de los animales. Saludo y nos atiende una chica que nos pide los certificados médicos y el historial de vacunas. Se los entrego y me dice - No trae los certificados médicos? - Le respondí - Sí, esos son -. Se les queda viendo con cara de "No entiendo ni madres de inglés" y me dice - A ver, espéreme un momento - y se va con ellos otra ver a otra persona que estaba en el área de aduanas. Solo escuché a mi esposa que pensaba en voz alta - Que pensante -. Me enojé porque no estaba seguro si la había escuchado.

Precaución: Si estás comiendo algo o te dan ascos fácilmente deja de leer en este momento. Si es mayor tu morbo por terminar de leer esta historia sigue adelante.

En esa área está prohibido sacar a los animales de las maletitas. El olor fétido se incrementó y mi esposa se preocupó. Yo me fuí a recoger las maletas en lo que regresaba la persona y nos hacía los certificados de internación.

Cuando regresé mi esposa estaba sacando a Lucas de la maleta para revisarlo. ¡Oh no! ¡Se había hecho! Toda la maleta estaba batida por dentro. Lucas totalmente embarrado. Mi esposa se lo pegó al cuerpo y ¡Madres!. Para acabarla no había ningún solo baño cerca. Volvimos a meter al pobre Lucas en la maleta.

La señorita que nos atendió tal vez nos vió la cara que se apuró a hacer los certificados lo mas pronto que pudo.

Solo nos faltaba pasar la parte de la Aduana en donde tendríamos que pasar las maletas por los rayos X.

Salimos corriendo de la zona de maletas, entregamos nuestra forma de aduanas, la copia del certificado de internación y comencé a pasar a las maletas. Mi esposa sacó primero a Lucas y pasó su maletas. Se pasó del otro lado de la máquina de Rayos X y apretó el semáforo. Le tocó verde. Estaba pasando las maletas cuando levanto la vista. Veo a mi esposa cargando a Lucas por el arnés para no pegarselo nuevamente en la ropa. En cámara lenta solo veo como Lucas comienza a escurrir diarrea por todo el piso. ¡Casi me desmayo!. Le grito a mi esposa para que se de cuenta. Agarra la maleta y mete nuevamente a Lucas ahí. La pastilla le había aflojado el estómago al pobre Lucas.

Solo ví como la gente se comenzó a hacer a un lado y nos quedamos en medio. El olor se hizo insorportable. Me sentí en medio de un juicio de la Santa Inquisición.


Con la pena mi esposa limpió con unas toallitas mientras me hacía cargo de subir nuevamente las maletas al carrito. Nadie se atrevió a acercase a excepción de dos personas, una que quería saber si al lado de las maletitas de Lucas y Frida teníamos comida y otra que nos ayudó a tirar la bolsa con las toallitas sucias.

Tan pronto salimos a la zona de reunión mi esposa salió corriendo con Lucas al baño y ahí le puso una buena bañada en un lavamanos mientras Frida esperaba afuera toda dopada.

¡Que pinche viajecito!

La Marmota

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