La carrera
Esta vez si la hice de emoción. La última semana estuve muy ocupado y esperaba llegar al puente de acción de gracias para escribir mi blog, pero unas enchiladas de mole y unos sopes de pollo se atravesaron en mi camino y me pegó una tremenda gastroenteritis. Caí en cama por dos días. Por desgracia me perdí mi primer entrenamiento formal a campo traviesa, pero eso es otra historia.
Tan pronto avisaron que la segunda oleada de corredores debía acercarse a los corrales me despedí de mi mega sudadera y la manta. Todavía no llegaba a la entrada cuando por el sonido local avisaron que los corrales ya estaban cerrados. Me pregunté si había escuchado bien, pero no, las entradas estaban cerradas.
Pensé que me iba a tocar salir en la tercera oleada, veinte minutos después. Había una fila en uno de los accesos y decidí quedarme ahí. Al cabo de 5 minutos abrieron las puertas y dejaron entrar uno por uno mostrando el número de corredor para verificar que éramos de ahi.
Al entrar vi a uno de los pacer de 4:10. No había pensado correr a esa velocidad pero pensé que iba a ser útil tener a alguien que me moderada las primeras millas para no cometer el mismo error del año pasado. Nos tocó estar casi al final del corral.
Pacer 4:10 Wave 2
De pronto escuché el cañon de salva que daba inicio a la salida. Al subir al puente Verrazano volví a sentirme emocionado. ¡Ya estaba corriendo! La vista a la izquierda desde el puente es fantástica, se ve Manhattan al fondo. Afortunadamente no quemé mis energías en el puente y seguí al pacer sin problemas por todo Brooklyn y Queens.
Subiendo al puente Verrazano
Al bajar del puente Verrazano y pasar debajo del primer puente volví a ver la misma escena: Corredores regando el puente sin el menor problema. También ví algo que nunca me hubiera imaginado. Una mujer bajándose los shorts sin pudor y haciéndo lo mismo. Me quedé sin habla.
Cochinos
¿Para qué el espectaculo?
Pasar por Brooklyn es una experiencia muy divertida. Sobretodo por la cantidad de gente que se reúne a lo largo de la avenida principal, la cual es plana y muy larga. Es aquí donde quemé mis energías el año pasado corriendo muy por debajo de mi ritmo programado.
4th avenue
El medio maratón lo corrí sin ningún contratiempo. Fué en la milla 16, en el puente Queensboro que marca la salida de Queens y la primera entrada a Manhattan cuando tuve dos eventos valen la pena comentar.
El primero ha sido lo peor que me ha pasado en una carrera. La subida del puente Queenboro es muy pasada. Después de las 15 millas ya se comienza a sentir cansancio. Al comenzar el descenso del puente había una congestión de corredores, algunos que ya comenzaban a caminar. Todavía seguía al pacer, la cual pudo pasar por uno lado sin problemas. Enfrente de mi tenía a dos corredores que me estaban bloqueando. Les avisé que iba a pasar y la respuesta fué muy agresiva. Los dos voltearon y me dieron tremendo empujón que por poco me hace caer de boca. Aqui tenía dos opciones, pelearme y arriesgarme a no terminar la carrera y además me arrestaran por peleonero o seguirme y mentarles la madre. Aún no entiendo por qué reaccionaron así.
Subiendo al puente Queensboro
Subiendo al puente Queensboro
Afortunadamente a los pocos metros llegamos a la milla 16, casi a la salida del puente. Estaba grabando cuando de repente entre los gritos escuché dos voces conocidas. ¡Eran mi esposa y Karluka trepadas en el puente! Me dió mucho gusto verlas. No me lo había imaginado. Eso me puso nuevamente de buen humor y me inyectó energía.
Una grata sorpresa
La 1st ave en la primera entrada a Manhattan fué en donde en año pasado comencé a tener problemas. Desde aquí se ve mucha gente caminando. Son tres millas con una pendiente considerable. Poco antes de la milla 19 me quedé atorado en una mesa de abastecimiento y vi a mi pacer alejarse. ¡Por favor, no se paren enfrente de las mesas!
Milla 19 saliendo de Manhattan para entrar al Bronx
Milla 20 sobre el Bronx
Fué en la milla 21 cuando tuve una fuerte contractura. Caminé unos minutos en lo que pasaba el dolor y por fortuna una señora que estaba repartiendo plátanos me regaló uno. Eso me ayudó mucho.
En el Bronx pude correr, pero no muy rápido y sin darme cuenta ya habiamos entrado nuevamente a Manhattan y comencé a ver Central Park a mi derecha, la parte del recorrido más dificil, a partir de la milla 23. Tenía mucho miedo de este lugar porque el año pasado fue aquí en donde me lastimé. Pude concentarme y subí la pendiente sin problemas. Vi a mucha gente caminando como el año pasado. No quería ser uno de ellos este año.
Corriendo en Central Park
Seguí corriendo y a eso de la milla 25 volví a escuchar los gritos de mi esposa y Karluka. Me dió nuevamente gusto verlas porque me volvieron a inyectar energía pero no quize detenerme porque corría el riesgo de quedarme ahi sin poderme mover. Las piernas me dolían mucho.
40 km, ¡Falta poco!
La última milla se me hizo eterna. Se estaban acabando las energías y me acordé que tenía en mi bolsa una bandera de México. ¡Que buey! La hubiera sacado antes. Al sacarla volví a sentir una inyección de adrenalina y me daba gusto de escuchar los gritos de ¡Vamos México! de alguna gente.
El que ha corrido este maratón sabe que los últimos metros son brutales, son en una subida muy pronunciada. Antes de cruzar la meta me dí cuenta que iba a hacer menos tiempo que el año anterior, cuando estaba al 100% de mi capacidad. Me dió una emoción muy grande y debo de confesar que al terminar me dieron ganas de llorar de alegría, como la primera vez. Y así lo hice.
¡Unos cuantos metros!
Al recibir mi medalla me sentí muy orgulloso y agradecido con Dios, mi esposa, Karluka y todas aquellas personas que me dieron ánimo y apoyo. Gracias.
¡Lo logré!
La Marmota
3 comentarios:
hace poco encontre tu blog, me ha servido muchisimo de inspiracion. Saludos.
Hola Sergio, soy yo la ex @Nuececita :(, por aqui te seguiré ya que de redes sociales no quiero saber nada por ahora jeje. Saludos, ya no comas tanto mole jeje.
Gracias por leer mis historias. Les agradezco de corazón.
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