lunes, noviembre 14, 2011

2011 Fort Worth Marathon

El que se enoja pierde



Ayer aprendí una gran lección. Experimenté algo que jamás había sentido durante una carrera: Enojo. Mas bien un super encabronamiento marca diablo.

El día comenzó muy bien. El día anterior había tenido oportunidad de descansar, hidratarme, comer carbohidratos y preparar mis cosas. Nada fuera de mi rutina previa a una carrera. Puse mi despertador a las 4:50 AM y me dormí temprano. Sabía que el clima no iba a ser favorable a pesar que solo unos dias antes habíamos tenido unos dias frios y óptimos para una carrera.



Desperté antes que la alarma sonara. Serían las 4:30 AM y comencé a vestirme. Desayuné y salimos a eso de las 5:45 AM. Fort Worth está a 1 hora de mi casa aunque la distancia son casi 100 km.

La carrera es pequeña en cuanto al número de corredores y hay 3 distancias: Maratón, 20 millas y medio maratón. Para la distancia de maratón eramos mas o menos 250 corredores.


El inicio y la meta de la carrera está en el LaGrave Field, que es un estadio de baseball. Llegamos a las 6:45 AM y los baños estaban desocupados. Recogí mi número en unos minutos. El sol ya había salido y aunque hacía un poco de calor corría viento.

Llegó el momento de la ceremonia antes del inicio de la carrera. Se cantó el himno y se dijo una breve oración. Algo que me llamó la atención fué la cantidad grande de maratonistas de primera vez. No me hubiera imaginado al ser una carrera pequeña. También había muchos Marathon Maniacs que se identifican con sus camisetas. Yo nada mas tengo el singlet oficial. No me gusta y tal vez algún día compre una camiseta mas decente para participar con ella en una carrera.

Al inicio de la carrera sentí un poco de malestar en el estómago.  El plátano siempre me causa acidez por eso lo evito, pero esa mañana me había comido uno. Así pasé mas o menos 4 millas hasta que estómago dejó de molestar.

Las estaciones de abastecimiento estuvieron mejor aunque no óptimas. Hubieron de la milla 1.5 y la 3, y después se saltó hasta la 6. La temperatura comenzó a elevarse pero el aire corría y aunque pegaba de frente servía para refrescar un poco.

Al llegar a la milla 10 salimos del río y tomamos un tramo de una 1.5 millas sobre una avenida. No hay protección ni policía cuidando. La ruta está abierta a los autos. En esta zona ya no corre nada de aire y el calor comenzaba a causar problemas.

A partir de la milla 11.5 comienza una subida gradual hasta la distancia de medio maratón (13.1 millas). Al final solo había una mesa con algo de agua. El año pasado nos dieron dulces y frutas.

El gatorade de todas las estaciones sabía a Kool Aid color amarillo. Estaba sumamente diluído. Servía para dos cosas. Afortunadamente llevaba mis cápsulas de Salt Sticks.

Al tomar de la ruta de regreso comencé a sentir dolor en la planta del pie izquierdo. El sol comenzó a pegar muy fuerte.


Traté de aflojar el tenis en dos ocasiones pero me seguía molestando cada que apoyaba el pie. Tome la decisión de quitarle la plantilla y de inmediato sentí alivio. Pude correr un poco pero ¡Madres! Después de dos millas comencé a sentir una ampolla. No conté con que los tenis Nike tienen un agujero para poner el CHIP del Nike+, pero alrededor está un poco salido. Eso me comenzó a raspar el pie. ¡En la madre!. Para acabarla no encontraba a mi esposa que se había quedado con mi plantilla.


Pensé que cuando regresara nuevamente a la ruta del río iba a tener el viento de espalda y me ayudaría a avanzar mas rápido. ¿Cuál? Nada de viento. Lo único que sentía en el cuello era el sol quemante. Comencé a caminar porque me dolía mucho la ampolla. Me dió mucho coraje y comencé a mentar madres. Estaba dispuesto a terminar pero dejé que el enojo me dominara porque sentía que había perdido la oportunidad de hacer un buen tiempo.

En la milla 18 decidí que debía hacer algo. Buscaba en el suelo aunque sea un pedazo de cartón que pudiera poner para al menos que no me siguiera rozando el méndigo tenis.

Me acordé que tenía una Bluff y la puse como plantilla improvisada. Sentí algo de alivio aunque pisaba chueco.  En la milla 19 encontré una estación de abastecimiento y ahi pude curarme la ampolla. El apoyo era nulo. Sentí enojo también por aquellos que corrían su primer maratón. Se iban a llevar una mala impresión y tal vez nunca correrían otro maratón.



Fue en la milla 20 cuando por fin pude ponerme nuevamente la plantilla. Para ese entonces ya estaba muy deshidratado. Traté de recuperar el ritmo, pero estaba tan enojado por tan mala suerte que había tenido con el clima durante todas mis carreras desde el año pasado. El sol quemaba. Ya para ese entonces estabamos a 30 oC.



Cuando por fin pude llegar a la meta y abracé a mi esposa se me comenzó a pasar el mal humor. Lo había logrado pero no como esperaba.


Lo mejor estuvo después, este maratón se caracteriza por ofrecer una buena comida después de la carrera. No estamos hablando de la clásica pizza o en general fast foot. Yo me comí cuatro tacos de fajitas de pollo. Gigantescos.  Ricos. De todas las carreras en las que he participado esta es en la que no escatiman en la comida después del maratón. Pude haber comido mas pero ya con eso quedé satisfecho. Me regresó el buen humor y tuve oportunidad de darme cuenta que todo estuvo en mi cabeza. No por estar enojado se iba a cambiar el clima. El haber dejado la plantilla había sido mi decisión. Prometo no volverme a enojar así.

Ojalá dentro de tres semanas pueda tener mi revancha durante el Dallas White Rock Marathon.

En esta carrera aprendí que hay que ponerle buena cara a la adversidad porque el que se enoja pierde.

La Marmota


No hay comentarios.: