Una carrera inolvidable
Sin duda está carrera quedará grabada en un lugar muy especial de mis recuerdos. Me siento muy agradecido con Dios por haberme permitido vivir esta experiencia.
Debo confesar que llegué a Monterrey con la intensión de correr un maratón muy tranquilo. Sobretodo después de haber corrido el White Rock Marathon una semana antes. Aunque no era la primera vez que lo había hecho, y no tenía dudas de poder terminarlo, en la semana había tenido problemas con la garganta después de haber corrido bajo mucha lluvia y viento muy frío.
En realidad mi mayor deseo era encontrarme con mis amigos corredores de México. Amigos a los que ya tenía la fortuna en conocer personalmente, pero en especial conocer a mi
amiga Nori. Me hacía mucha ilusión poder conocerla a ella y su esposo después de tanto tiempo de leernos en twitter.
Era la primera vez que iba a correr un maratón que no fuese un entrenamiento sin el apoyo local de mi esposa. Eso me hacía sentir un poco triste pero por fortuna me enteré que mi hermano iba a estar en Monterrey y me iba a poder apoyar.
El viaje de Dallas a Monterrey no tuvo ningún contratiempo. Mis nuevos amigos
Claudia y
Mario se ofrecieron amablemente a recogerme en el aeropuerto. Aunque a Claudia la conocía de las redes sociales, tuve el gusto de conocerla a ella, su esposo e hijos en su viaje a Dallas porque ambos participaron en el maratón. Hicieron el favor de llevarme a mi hotel para registrarme y luego a la expo a recoger mi paquete de corredor. ¡Mil gracias de corazón!.
Monterrey me recibió con frío y con una leve brisa que no se quitó durante todo el tiempo que estuve. Mi twitter-amiga-maratonista,
Dafne me hacía burla porque sabe de mi mala suerte con el clima en mis carreras. A mi me daba mucha risa.
La expo es pequeña pero bien organizada. Pude recoger mi paquete en cuestión de minutos y dí una vuelta por los stands. Todos se portaron muy amables. Tuve la oportunidad de saludar a la Coach e IronMan
Lili Figueroa, aunque por la prisa se me olvidó felicitarla personalmente porque ese día era su cumpleaños.
Después de la expo me fuí a la comida de Carbohidratos. Mi hermano me dejó ahí y se fué a hacer las cosas que tenía pendientes. En la comida me la pasé increíble. Por fin pude conocer personalmente a
Nori aunque no tuvimos oportunidad de platicar ahí porque tenía otros compromisos y se tuvo que ir. Aunque no conocía a nadie mas me aceptaron y tuvimos una plática muy amena. Al final llegó
Rick,
mi amigo Queretano al que tenía también muchas ganas de conocer. El fué uno de los culpables que me animaron a correr este maratón después escuchar tantas buenas historias de esta carrera. Rick hizo favor de regresarme al hotel en donde encontré nuevamente a mi hermano.
En la noche mi hermano y yo nos fuimos a cenar nuevamente en el restaurant del hotel. Ahi llegó
José Angel y estuvimos platicando un buen rato. Hasta que nos despedimos por ahí de las 10:30 PM. Organicé mis cosas y me dormí poco después de las 11 PM.
El día de la carrera desperté a las 5:00 AM. Tenía algo de sueño y todavía me quedé 10 minutos en la cama. Me vestí y tuve tiempo suficiente para desayunar. Salimos del hotel a las 6:30 AM.
El hotel en donde me quedé se llama Holiday Inn Parque Fundidora. Es el mas cercano a la salida y llegada del maratón. Hay otro llamado Antaris pero no tuve oportunidad de conocerlo.
Al salir del hotel me dí cuenta que seguía haciendo frío y la brisa no se quitaba. Llevaba una bolsa de basura para cubrirme. Abajo de eso una chamarra ultraligera, una camiseta de manga larga y mi camiseta de correr. En esta ocasión decidí correr con shorts en lugar de lykras largas.
Me dió tiempo de pasar a uno de los baños portátiles. Las filas no estaban largas y tardé muy poco. Me dió mucha risa ver como estaba una persona pegando calcomanías para diferenciar los de hombres y mujeres a esa hora. Pasé por donde los corredores dejaban sus bolsas de ropa seca para después de la carrera. La verdad no me imaginé como le hacían para identificar a quién le pertenecia cada bolsa. Todas eran diferentes y estaban apiladas en mesas.
Llegué al área de corrales a las 6:55 AM. Estaban llenísimos y me fuí metiendo entre un espacio que encontré. A diferencia del Maratón Internacional de la Ciudad de México la salida es mixta de hombres y mujeres. Me preocupé un poco por las compañeras porque la raza puede ser manchada, pero no sentí empujones.
Los corrales estaban todos desorganizados, los pacers de 4 horas estaban adelante de los de 3 horas. Era un verdadero desmadre organizado. Algo que no escuché fue el Himno Nacional. Creo que alguien dijo unas palabras pero la verdad no escuché muy bien.
Tampoco escuché la salida, solo comenzamos a avanzar. Tan pronto crucé la línea de salida me quité la bolsa de basura y la dejé a un lado. Seguí avanzando y vi a alguien conocida
¡Era Luz!. Ultramaratonista, barefoot runner y con mucho orgullo puedo decir, mi amiga. Me dió un gusto inmenso. Era dificil no verla. Iba corriendo su cuarto maratón descalza apoyando a la asociación
Con Ganas de Vivir y llevaba cargando una gran pancarta explicando las razones. Me acerqué de su lado izquierdo, la saludé y le dije "Aquí voy contigo Luz". Ella contesto, "'¡Que bueno!¨".
Las primeras millas antes de salir del Parque Fundidora ibamos en un pelotón compacto. Nuestra velocidad era muy cómoda, arriba de 10 min/milla. Inmediatamente pensé que iba a poder acompañarla un buen tramo del camino, hasta donde pudiera.
Después de 5 kms se comenzó a abrir el pelotón e inmediatamente sentí como aceleró Luz. La milla 4 nos fuimos a 9 min/milla y la 5 a 8.34 min/milla. Mi ritmo cardiaco se incrementó de inmediato. Pensé que no iba a poder aguantar ese paso por mucho tiempo e iba a tener que dejar adelantarse a Luz. Sentí mucho calor y me quité la camiseta de manga larga, los guantes y la gorra. Me quedé únicamente con mi camisa de correr de manga corta y la chamarra ultraligera. Ah claro, y los shorts.
Estaba a punto de decirle a Luz se adelantara cuando paso uno de los muchos momentos mágicos. Se acercó un corredor y le dijo a ella: "¿Oye, con todo respeto, por qué corres descalza?". Luz de inmediato le explicó mientras seguiamos al mismo ritmo de carrera. Sus palabras me hicieron reflexionar que para ella el maratón que estabamos corriendo no era para hacer marcas personales, ni la medalla, ni la camiseta de finisher, ni las fotos, era para inspirar a otros a ayudar.
En ese momento me acordé de la pancarta que iba cargando y me ofrecí a ayudarle a cargarla. Me dijo, "pero pesa mucho". Le dije "no le hace" y me la paso. ¡Ay wey! ¡Si que pesaba!. Al menos 5 kilos. A partir de ese momento hicimos un equipo muy padre cargando la pancarta en turnos mientras corriamos.
A lo largo del camino ibamos pasando gente y eso me animaba. Escuchaba todas las expresiones de otros corredores y expectadores: Algunas de asombro, otras de admiración y alguna que otra de desaprobación. Luz siempre con una sonrisa y apoyando a los corredores con gritos de "¡Animoooo!" cuando veía que un corredor tenía problemas.
Las primeras 15 millas son prácticamente de subida. Esta parte es demandante. Algo que me ayudó y me dió una grata sorpresa fue encontrar que en las mesas de abastecimiento daban agua, powerade y ¡Cocacola!. Daban agua en bolsas cerradas. En el primer puesto de abastecimiendo agarré dos y una de las bolsas me la guardé en la chamarra. En cada puesto lo iba alternando entre agua-cocacola y powerade-cocacola. Es irónico, dejé de tomar refrescos por correr y ahora corro y solo ahí tomo refresco. Es algo que aprendí en las carreras ultras: Los madrazos de azucar de la Cocacola levantan a un muerto.
Debido a la lluvia tuve que quitarme mis lentes. Sin ellos no veo casi nada ya que mi graduación es muy fuerte. A pesar de ello en la ruta pensé ver a alguien conocida,
¡Era Nori!. Pasé muy rápido y otro poco no la reconozco. Estaba cubierta por un poncho esperando a una amiga, nueva maratonista, para acompañarla hasta la meta. Dudé por unos segundos que fuera ella pero de cualquier forma le grité pero ya no ví si era ella o siquiera me hubiera escuchado. Después me enteré que sí era ella y que también me había escuchado.
A eso de la milla 22 comencé a sentir un músculo algo tenso, de esas veces que sientes que está cerca una contractura. No quise alarmar a Luz, para esto llevaba Salt caps pero ya habíamos pasado un puesto de abastecimiento y no tenía agua para tomarmelas. Me puse dos capsulas en la lengua y traté de tragarlas pero no pude, en eso me acordé de la bolsa de agua que había guardado en mi chamarra. ¡Esa fué mi salvación!.
En ningún momento había visto el reloj para ver la hora. Únicamente consultaba la distancia avanzada en milllas. En algún momento alcanzamos a un pacer, pero no alcanzaba a ver de cuánto tiempo. Tuve que preguntar y me dijeron que era el de las 4:15 horas. Un tiempo estuvimos corriendo con ese pelotón porque no había forma de pasarlos.
De repente comenzamos a separarnos del grupo hasta que llegamos a la zona de adoquin. Ahi vi como Luz sufrió mucho mas por ser una superficie muy dura. Pasamos por un paso a desnivel y nos subimos a correr en una banqueta que estaba super resbalosa. Yo con mis tenis me resbalaba, Luz aún mas al correr descalza. A la salida de ese paso a desnivel había una subida en la que Luz batalló en subir pero por fortuna un corredor, que después supe que era Lobo de Total Running, la agarró del brazo y le ayudó a subir. Yo tenía la pancarta.
Entramos a Fundidora y fué la primera vez que ví mi reloj para consultar el tiempo: eran 24.5 millas y eran 3:51 horas. ¡No mameyes!. Hice cuentas y pensé que tenia una gran oportunidad de romper mi marca personal y comencé a correr a un pace de 8.53 min/milla y luego 8:38 min/milla. Ibamos animando a todos los corredores. Luz me dijo que me adelantara. No lo hice. Mi respuesta fué que habiamos iniciado esa aventura juntos y la terminaríamos así, ¡JUNTOS!. Faltando unos 600 metros algo me pasó, tuve un bajón muy fuerte, estaba muy cansado de las dos últimas millas ya que mi ritmo cardiaco estaba muy acelerado. La verdad ya no podía. Le dije a Luz que se adelantara e hizo aquello que
JAMÁS OLVIDARÉ, no me dijo nada, me alcanzó de la mano y me jaló. Cuando entramos a la recta final me pidió que le ayudara a extender la pancarta. Mientras ella sonreía y saludaba a todos yo agarraba también la pancarta de
Con Ganas de Vivir. Fué un momento muy especial y de mucho honor. ¡Lo habíamos logrado juntos y en un tiempo que ni en sueños había planeado!.
Al cruzar la meta nos felicitamos y recibimos nuestras medallas. Fué un momento muy emotivo y me puse a llorar. Ella se quedó en silencio a mi lado.
Como ambos habíamos planeado hacer mucho mas tiempo. El hermano de Luz y mi hermano no estaban en la meta. Se quedaron esperándonos en el recorrido. Tuvimos que esperar un rato a que nos recogieran. Ahi encontramos a Rick con su esposa y su bebita. Luego llegaron otros corredores amigos. Hacía mucho frío.
Por fin llegaron a recoger a Luz y nos despedimos pero quedamos que luego nos veríamos para comer. Yo me fuí al hotel y vi a mi hermano en el camino. Me urgía un baño caliente. Desgracidamente, como suele suceder en los hoteles sede, cuando llegué el agua estaba fría por todos los corredores que se había bañado antes que yo. Ni modo. De cualquier forma quedé limpio y pude ponerme ropa seca.
En la tarde nos reunimos nuevamente para comer, nos la pasamos muy padre recordando todos los detalles de la carrera. Nos despedimos. Luz: Gracias por permitirme vivir esta gran experiencia contigo. Ojalá pronto volvamos a compartir mas kilómetros de pura felicidad. ¡De todo corazón Gracias!. ¡Te admiro y te quiero amiga!
Las emociones del día todavía no terminaban. En la tarde me quedé de ver con mi amiga
Nori y su esposo
Alex. Me hicieron el favor de recoger en mi hotel para invitarme a cenar. Fué una cena muy amena. No había tenido la oportunidad de platicar con
Nori hasta ese momento y pude conocer a su esposo Alex. Son una familia muy bonita. Me hicieron sentir muy bien. Ella es una persona que quiero mucho. Se me pasó el tiempo muy rápido de lo bien que me la pasé. Su esposo es todo un caballero.
En la noche terminé muy cansado por lleno de felicidad. No quería dormirme recordando todo lo que había vivido ese día.
Al día siguiente desperté muy temprano y me despedí de Monterrey en una mañana fría y lluviosa, pero con una gran sonrisa, grandes recuerdos y la promesa que regresaré.
La Marmota